Diferencia entre revisiones de «La capitalidad cultural europea»

Córdoba aspira a ser capital europea de la Cultura en el año 2016. La ciudad que fue centro cultural esplendoroso como capital del califato de Occidente, ¿está en disposición de ostentar la capitalidad europea dentro de una docena de años? A esta pregunta, hoy por hoy, hay que responder con una rotunda negación. Las razones son obvias y no hay que analizarlas aquí y ahora.

Pero si el presente no se caracteriza por ser algo halagüeño, y ahí están los estudios y las estadísticas sobre educación, analfabetismo, edición y lectura de libros, actividades culturales de todo tipo y en general los indicadores de bienestar social, Córdoba cuenta con un pasado cuajado de realizaciones y se enfrenta a un cercano futuro esperanzador.

Como lugar de asentamiento de todas las culturas, nuestra ciudad nos ha legado importantes vestigios y monumentos de primer orden de todas las épocas, si bien muchos de ellos dormidos bajo nuestras casas y calles, dando con frecuencia pesadillas y dolores de cabeza a constructores y urbanistas. Ahí están la pétrea memoria de lo romano, las geométricas decoraciones de lo visigótico, la vistosidad de lo árabe, la austeridad de lo medieval cristiano, el equilibrio de lo renacentista y de lo neoclásico, la exuberancia y la ruptura de lo barroco. Han tomado ser en templos y mausoleos, en puentes y murallas, en lápidas funerarias, en acueductos y baños, en la Mezquita y en Medina Azahara, en las iglesias fernandinas, en el Alcázar de los Reyes Cristianos y en tantos otros testigos esplendorosos.

Personajes como Séneca, Lucano, la princesa Wallada, Averroes, Maimónides, Juan de Mena, Luis de Góngora, Ángel de Saavedra y tantos otros hicieron llegar a más de medio mundo los ecos de sus ideas y de su sabiduría.

El pilar del pasado, por tanto, lo tenemos bien cimentado. Y si el presente no nos podría llevar muy lejos, estamos en magníficas condiciones de afrontar un futuro próximo y de aceptar los retos con garantías de éxito de conseguir la capitalidad cultural en su momento. Las instituciones políticas, culturales, sociales, empresariales y de todo tipo así lo han entendido y han puesto manos a la obra, bajo la batuta de los regidores municipales.

El proyecto no puede ser exclusivo ni excluyente. Todas las instituciones, todos los ciudadanos, estamos convocados. Todos conjuntados hemos de procurar una ciudad habitable, acogedora y hospitalaria a la que se pueda llegar mediante vías de comunicación rápidas y seguras. El AVE ha sido un logro de primera magnitud, pero aún nos queda algo tan necesario como el aeropuerto, varias autopistas y nuevas líneas de alta velocidad.

Como no se puede romper el binomio educación-cultura, es primordial una renovación profunda del sistema educativo, sobre todo en sus niveles primario y medio, que permita a los ciudadanos conocer, asumir y defender su entorno, lo que se manifestaría en limpieza urbana, en respeto y cuidado de los monumentos artísticos y de los parques y jardines, en frecuentes visitas a los actuales y nuevos museos, en aumento del número de lectores, etc.

La actividad cultural exige sin dilación la puesta en uso del Teatro de la Axerquía, la restauración del Teatro Góngora, las obras de conservación y ampliación de la sede de la Real Academia, la creación de un Museo de Arte Moderno y Contemporáneo, el aumento del número de bibliotecas públicas y de salas de música y exposiciones, el fomento del carácter de ciudad de congresos y la renovación del Museo Taurino y de Artes Populares, entre otras muchas actuaciones de las que se viene hablando desde hace tiempo.

En cuanto a la calidad y cantidad de actividades culturales, mucho tienen que decir instituciones tan veteranas como la Real Academia, y el Conservatorio Superior de Música y otras más recientes como la Universidad y el Ateneo, los diversos foros de opinión y otros centros y agrupaciones musicales, teatrales o de cualquier otra índole, siempre alentados moral y económicamente por las diferentes administraciones, que sólo deberían actuar de manera supletoria y no como viene sucediendo con algunas instituciones políticas, que se erigen en grandes empresas de organización de eventos más o menos relevantes. Los actos conmemorativos del 550 aniversario del Gran Capitán y los del vigésimo quinto aniversario de la Constitución Española de 1978 se me antojan un buen principio al estar involucrados en su organización y desarrollo prácticamente todas las instituciones públicas y privadas de esta ciudad, que puede y debe poner sólidos pilares de futuro para sustentar en el año 2016 la capitalidad europea de la Cultura.