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Sin querer entrar ahora en la polémica que supondría hacer una valoración de si realmente se ajustan con justicia a razón las declaraciones de la consejera de Cultura de la Junta de Andalucía en las que, según he leído, manifestaba que ni ésta el domingo pasado clausurada XXVIII edición de la Feria del Libro ni ninguna otra celebrada en la provincia se encuentran entre los objetivos fundamentales de la institución a la cual pertenece, por considerar que no constituyen una propuesta eficiente en la labor de contribuir al fomento de la lectura, para lo cual ya creen seguir líneas de actuación continuas a lo largo del año.
Detengamos la mirada, por ejemplo, tres de todos los libros presentados en el Centro Cultural San Hipólito, una de las dos entidades colaboradoras, y vinculadas al Ateneo:
El tránsito, de
Rafaela Hames,
XVI Premio de Poesía Juan Bernier, que fue presentado por
Lola Salinas y
Manuel de César, quienes nos ofrecieron comentarios de poemas seleccionados de entre todos los demás que componen este poemario de extremada sensibilidad, editado por el Ateneo como entidad con la colaboración de la
Diputación, seguidos de su lectura, en un tono de voz tan cálido que nos crearon la atmósfera necesaria para escuchar con la mejor de las predisposiciones a la autora, que agradeció la presencia obsequiándonos en emoción quebrada por momentos su propia interpretación.
Textos con pretexto, recopilatorio de la labor de
Manuel Gahete como portavoz y colaborador del Ateneo -conferencias, artículos periodísticos y presentaciones de libros-, y Cuatro poetas recordando a Dámaso, homenaje que compendia el ciclo con el que, en
1998, se conmemoró en Madrid el centenario del nacimiento del responsable de la recuperación de
Góngora, y cuya presentación, edición y estudio pertenecen también a
Gahete. Tres libros que, sin duda, merecen presentación en una Feria del Libro. Lo que sigo sin entender muy bien es porqué esta institución tan emblemática en el panorama cultural de nuestra ciudad lleva dieciocho años sin sede.